Eduardo Suárez, "El sadomasoquismo de Bacon subyace en sus mejores obras," ArteFe, Santa Fe (Argentina), 24.11.2009
Célebre por sus excesos y sus excentricidades, Francis Bacon pasa por ser el prototipo del artista perturbado e irreverente. En lo que no habían indagado los académicos era en la relación de su obra con sus instintos sadomasoquistas.
Lo ha hecho ahora John Richardson, biógrafo canónico de Picasso y académico de prestigio, que ha desnudado la sexualidad de Bacon en un largo artículo en la 'New York Review of Books', quien afirma que "el sadomasoquismo de Bacon en sus tormentosas relaciones con sus amantes homosexuales subyace en sus mejores obras".
Richardson repasa sus momentos con el pintor británico -al que trató entre los años 50 y 70- e indaga en la sexualidad torturada del artista, cuya raíz adivina en la paliza que su padre le dio cuando un día le encontró en casa vestido de mujer.
Por el artículo desfilan las relaciones de Bacon con sus dos amantes más duraderos: Peter Lacy y George Dyer. El primero lo torturó durante años. Al segundo lo condujo al suicidio.
Que Lacy maltrataba a Bacon ya se sabía. Pero el académico detalla su asalto más sanguinario. Aquel en el que éste arrojó a Bacon por una ventana de vidrio laminado en un estado de frenético alcoholismo. "Su cara estaba tan dañada", recuerda Richardson, "que le tuvieron que volver a poner en su sitio el ojo derecho. Después del incidente, Bacon amaba a Lacy aún más. Y durante semanas no pudo perdonarle a Luci[a]n Freud los reproches a su torturador".
En cuanto a George Dyer, Richardson recuerda la relación tortuosa que mantuvo con Bacon y que desembocó en su suicidio en el lavabo de un hotel parisino en la víspera de la inauguración de la retrospectiva del artista en el Grand Palais de París.
"Bacon solía acosar a George hasta el punto de dejarle en un estado de crisis psicótica", recuerda Richardson. "Luego", añade, "en las primeras horas de la mañana se levantaba y exorcizaba su culpa y su rabia pintando imágenes de su amante".
La tesis del profesor Richardson va más allá de estas y otras anécdotas. Según él, el instinto sadomasoquista fue el motor artístico de Bacon. Cuando desapareció, se esfumó su arte y sus últimas obras fueron irrelevantes.
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