21.7.16

La belleza no lo es todo


Julenne Esquinca, Francis Bacon: porque la belleza no lo es todo, Farenheit, 28.10.2015



Francis Bacon es uno de los pintores que dejó al mundo en shock, ya que su obra retrata crudamente una naturaleza humana que, para el artista, es ‘inevitablemente violenta’. Este pintor, heredero del expresionismo y de genios como Egon Schiele, Munch y Picasso, dotó sus obras de una naturaleza salvajemente humana.

Después de leer la vida de Bacon, entenderemos sus razones, pues fue una persona entregada a los extremos de la vida y los placeres. No obstante, aunque podría pensarse que el escándalo era parte de su vida, era una persona bastante reservada y que cuidaba su imagen. Tras esta cortina, Bacon era una persona impulsiva, rodeada de relaciones extremadamente violentas, fuente de inspiración para su pintura.

¿Qué es lo que lleva a Bacon a pintar? Es su descubrimiento de La masacre de los inocentes, un óleo de Poussin, lo que lo lleva a decidir pintar. Otro gran detonante para Bacon fue la visita a una muestra que incluía figuras antropomorfas de Pablo Picasso.

La obra pictórica de Francis Bacon se encuentra en el marco de la pintura figurativa realizada después de la Segunda Guerra Mundial, el así denominado arte de posguerra. En esta época, predominaba el arte abstracto, pero es Bacon junto con Matisse, Giacometti, Dubuffet y Balthus –entre otros–, quienes sostendrían el estandarte figurativo.

A lo largo de su carrera, Bacon recurre tanto al surrealismo como al expresionismo, mas su obra pertenece a aquello que se denomina nueva figuración o arte neofigurativo. Esta tendencia de posguerra retoma la figura humana, pero a su vez también la distorsiona como una metáfora respecto la violencia bélica. Cabe recalcar que la pintura de Bacon también se le considera arte existencialista.

A pesar de todas las clasificaciones anteriores, Bacon siempre se mantuvo fuera de cualquier movimiento artístico. Para este artista, sólo Picasso representaba su gran fuerza creadora e inspiradora. En efecto, Bacon produjo sus piezas basándose en la vía abierta que Picasso dejó entre la figuración y la desfiguración, al tomar elementos como el cuerpo y deconstruirlos con violencia, tal y como lo intentó el cubismo en su momento.

Inicialmente, la pintura de Bacon tendía al sensacionalismo, pero con el correr de los años sus pinturas involucraron un grado de esteticidad. La teatralidad y la magnificencia fueron también dos factores cruciales en la producción artística de Bacon.

Algunas de sus primeras obras reflejan influencias de Picasso, otras, incorporan elementos provenientes de la imaginería de Grünewald, Poussin, Rembrandt, Soutine y Cimabue. Finalmente, sus trabajos también poseen referentes como Velázquez, van Gogh, Degas, Goya o Ingres. No obstante, en casi todos los casos, las fuentes de inspiración son trascendidas por la propia intervención de Bacon.

Sus cuadros más distintivos son su serie de Crucifixiones (1933-1968) y Cabeza rodeada de flancos bovinos (1954), donde Bacon rememora aquello que lo obsesiona: la agresividad del ser vivo y aquello que él entiende como su innata e inexorable inclinación hacia la violencia.

Una parte importante de las pinturas de Bacon son los retratos, ya que su obsesión era la naturaleza humana. Entre estos destaca George Dyer en un espejo –donde retrata a su pareja George Dyer–, obra que pertenece a la colección del Museo Thyssen-Bornemisza en Madrid.

A diferencia de otros pintores, Bacon hizo sus retratos prescindiendo modelos naturales, sino que los desarrolló a partir de fotografías. Bacon capturaba con su pincel a sus compañeros íntimos y amigos como también a gente famosa. Es decir, que en su bastidor se encuentran retratos de George Dyer, John Edwards, Lucian Freud, Hitler, Pío XII y Mick Jagger.

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